jueves, 2 de abril de 2020

Ojos míos

Cuál fue la primera luz, ojos sin parir, pichones del alba.
Fueron islas de fulgor los años de la infancia,
el descubrimiento es un árbol de navidad siempre vivo.
Allí creció la casa, los lazos de la familia
se acurrucaron en mi iris como un palmeral en flor,
imágenes de mar y pinos frotándose bajo la cadencia del viento,
la escuela retoma su identidad en la piel de la pizarra,
el viejo profesor explica los laberintos del saber, el fruto sin hojas.
Y el misterio como un zafiro en mi hombro, y las letras,
invencibles letras en la retina, héroes y aventura,
la similitud que los nombres dejan en una raíz que nace.
Recuperad, ojos míos, los momentos del amor,
dejad que el olvido esconda bajo su seno la tristeza,
la frustración hostil que puso su marca en la noche.
Sois oscuros, ojos míos, como una pantera que duerme,
os protegen las pestañas que la vejez mengua, tan vil.
Ya solo parpadeáis para escuchar la voz amable del cariño,
ojos míos, sin sed. Pero no temáis, hay tanta luz en lo vivido,
tanto color que aún suda fuego, tantas atmósferas donde
respiro quietud, que podéis dormir en el sueño del futuro
para descubrir, una y otra vez, las mil historias del pasado.


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