viernes, 24 de abril de 2020

Dos poemas breves de amor y confinamiento

DESPERTAR

Es la primera vez que dormimos juntos.
Me aferro a la huella de tu vientre como un náufrago.
Escucho el ritmo monótono del agua, hasta la colcha
llega un carámbano de luz. Siempre quise ser el molde
de un cuerpo vencido, pero soy el metal liquido
que se derrama en tu boca. Volverás enseguida
con el vapor aún caliente como un cúmulo. Ya no sé
si el amanecer eres tú o esa dulce claridad de los visillos.
Ven, de nuevo, al abrazo de la noche, que muera en mí tu sonrisa.

NO SE PUEDE CONFINAR EL DESEO

Azulea el dragón en la ventana.
El aire está confuso como una serpentina ciega.
La memoria de la calle me llama, igual que tú y la corola.
Si no te mueves tampoco se moverá la luz, si me muevo
seré yo la isla hacia la que nadará tu sed.

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