lunes, 5 de mayo de 2025

Geografía íntima de un hogar sempiterno

 

¿Y si aún vives en el mapamundi del sueño

con tu corola de estuco, las molduras al aire

como rosas blancas de yeso?


Las figuras de las grecas como un ajedrez de mármol

y tu ritmo de cristales que el viento agita en los ríos del invierno

con al aire marino en medio del circunloquio hostil de la lluvia.


Tú, dorada igual que un pétalo de ámbar,

espejos de plata que fulgen en la faz del pasillo,

paredes de arrugas sin pulir, las habitaciones

como un panal de risas, sin melancolía las tardes,

sin negrura las mañanas incendiadas de luz,

los zócalos mordidos por el vigor de los zapatos

si la deriva de un balón se escabulle antes de recibir el golpe

con la punta infantil de un borceguí ajado.


Suena el teléfono, es un gran insecto de carcasa negra,

repica en la memoria familiar, cómplice de las largas palabras

que mudan en los labios- clandestinidad y un hilo de secretos

que arropo con mis manos gráciles de adolescente-.


Tantas esquinas, y el rumor del agua vertiéndose

por el canal del olvido, pasos mudos al alba,

pisadas insomnes que cruzan la madrugada con preguntas viejas,

la música que golpea los alféizares como si fuese el diluvio de un canto

que moja las entrañas de vida.


Cuadros sin vergel porque no son paisajes sino rostros,

filigrana de fantasmas en el valle omnisciente del páramo,

sin luna, sin la serenidad de un mar envejecido, sin la piedad

religiosa del mártir, sin la virgen ni el duelo ni la delirante

paloma en el pretil solitario.


Muebles enmohecidos por el ropaje persistente de un abril lluvioso

en la piel desportillada, la algarabía es un rosal oculto

por las voces sin tregua de la candidez.


Y en navidad la ceremonia del amor fraterno,

y en agosto mi piel se extiende por playas azules,

y en septiembre la luz del otoño que llega siempre tarde

al corazón de la dicha, y en mayo mi edad que cumple

con el ritual de crecer a la sombra de un árbol

que ya comienza a declinar...


Todo, todo madura en mis pupilas igual que un mapa inviolable,

fluyen en él los recuerdos con su canción viva,

fluye este río que calma mis latidos con la voz de los nombres

que nunca dejaran de sonar en las lágrimas que regresan

al descubrir lo que ya no existe salvo en el fugaz retorno

de una memoria siempre alerta.


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