Sin el rostro, sin las alas de un pájaro
de mármol, sin el maquillaje del iluso,
sin la cicatriz del miedo en el navío
del azar, sin la ceniza que impide
el fulgor del ascua, sin la sombra
que amanece en el jardín de la luz
más clara, sin el peso de mil errores
en el corazón de una lágrima de plomo,
sin la cuerda que une los días del eclipse,
sin la lluvia que moja la sinrazón de lo elegido.
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