Lo que más temo no es la herida abierta, el aguijón
mortal de unas células que se reproducen sin límite,
el duelo que mata los días cuando se ha perdido la luz
de quien uno era sombra, la tortura lenta del mas vil
de los suplicios, lo que más temo es no sentir ya
la vida latiendo en lo hondo de un corazón inerte.
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