Te abres a la vida como una invisible sed de párpados abiertos.
Pero solo encuentras lo más próximo: los automóviles estacionados ante tu portal,los naranjos de la avenida, la gente que repite sus rutas de horarios sin alma,
el tráfico que fluye como un río, el juego de colores que palpita en los semáforos,
los niños a las puertas del colegio, los saludos intrascendentes de la vecindad…
Te gustaría ver más allá de tu mirada: los cráteres de la luna,
la lava de un volcán que revive después de mil años,
las islas de coral, el polo sur, las montañas más altas del mundo,
el abismo de los océanos, el amanecer de los desiertos,
la estrella fugaz que recorre el telón de las constelaciones,
los palacios de oriente, las cascadas que irisan la luz,
los fiordos del norte, la Atlántida bajo un coro de sirenas...
Lo cierto es que desde tu ventana nunca podrás ver tus sueños.
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