viernes, 3 de enero de 2025

Balada de otoño

 

Lanzas al vuelo desde el ramaje la alegría de las hojas caducas,

desnudez fantasmal con hilos de niebla en las cornisas del aire,

canto del ruiseñor como eco que seduce al trino del colibrí,

en la humedad que envuelve el cáliz del bosque, al bies

de la hojarasca, un rosario en círculo de hermafroditas

babosas, y en las cortezas el liquen amante, un hongo

esbelto de sedoso tacto, aroma de la profunda edad

esmaltada por el ocre y el púrpura que han encendido

el verdor del adolescente tallo, cautividad del musgo

en las rocas que el rocío convierte en sedimento líquido,

la perdida canción de mi ser tras la lejanía de la urbe,

en el manantial la belleza del cérvido bajo el claroscuro

de la enramada, silencio o coro que el viento arremolina

con ulular de sombras, con la hiedra mágica en el corazón

más húmedo de la espesura, hogar del ángel celeste,

vereda que circunvala el dorado tapiz del humus,

angosta como un hilo de claridad, río que llega a mí

con el susurro del alba, pájaros que beben en la luna

del agua su nombre de ídolo libre, caen en ardid de lluvia

las rosas del misterio, le rezo a un dios con voz de árbol,

soy lobo que no halla en la cicatriz de la inocencia

la respuesta a las preguntas de la luz.

miércoles, 1 de enero de 2025

Luz que enciende la oscuridad del pasado

 

Es posible que esta luz que hoy llega viva

ilumine no solo el día presente

sino también las pisadas que son raíz del ayer

si al cerrar los párpados la pátina de una claridad insomne

consigue reproducir con destellos de fulgor

el paraíso de unas imágenes que en el fondo de la memoria

vagan como sombras, luz que invade las moléculas que transitan

viajeras el espacio donde tras los muros de la nostalgia

y desde el sueño del olvido son apenas visibles las horas blancas del pasado,

contemplar el asombro que late en la inocencia cuando el río de la vida

desemboca en el puerto aún vacío de la niñez,

la magia de un arco iris que rompe la línea del horizonte,

la rítmica lengua del mar como un rocío de sal,

la golondrina que fabricó su nido en la cruz de dos bocas que se unen,

el alba y la flor de la luna en el iris de unos ojos

que son por un momento ese océano pálido de infinitud

donde ser refleja el incendio insondable del deseo más íntimo,

tal vez en el revés oscuro de los calendarios

una infantil ansia de claridad abra sus alas a la luz,

y el rayo del día con su sábana de resplandor

alcance la hondura del pozo donde la pequeña historia del tiempo único

guarda sus hitos más personales, la cicatriz que yo quisiera eternamente viva.