Solo tiene de inquilina a la memoria, bajo los listones curvos,
hogar de la carcoma, el arcón reluce con el cenit del mediodía
cuando al ventanuco lo atraviesa el misterio de la luz,
en su interior los cuadernos del colegio, las muñecas
parlantes, la ropa pasada de moda, los juguetes ansiados
con los que disfruté de niño, álbumes y enciclopedias que ya
nadie leerá, y en los travesaños las telarañas, y en la pared
mi sombra de hoy que yace oculta entre las sombras del pasado.
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