Bajo la flor el cáliz de la ausencia, roca labrada
con el buril del duelo, y en el aura del día la voz
neutra del silencio, al fondo el mar con su cinta
azul, el camino es de ángel y en el collar de la lluvia
lágrimas viejas como un sortilegio de náufragos, aquí
en mi corazón duerme la paz del que no olvida la luz
de antaño, con las guirnaldas del recuerdo, con su clavel
sin dios en la boca, con la luna de su nombre en mis ojos,
todo es un abril de pétalos y en el mármol su cicatriz
siempre viva para que en mí no muera el alba de su ayer.
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