He vuelto a la casa viva.
En el papel pintado de mi habitación
hay nombres que nunca serán olvido,
tras los espejos viven los rostros
familiares
como huellas de un ayer mudo,
el alma de los muebles agita sus manos
para decirme que siguen aquí sus días,
las ventanas abiertas traen ese olor a
mar
que es el mismo que aún guardo en mi
memoria,
el teléfono dejó su huella en la pared
con la voz antigua de las amistades
perdidas.
Si cierro los ojos escucho un latido
lejano
que repite una y otra vez vuestros
nombres,
es el latido que todavía resuena
en el fondo de mi corazón.
Porque esta casa jamás ha muerto,
porque esta casa sois vosotros
que nunca os habéis ido.
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