martes, 7 de noviembre de 2023

El vientre de tus párpados


Te descubro siempre que abro los ojos

y mi pensamiento no está aquí

sino en la llamarada de la vida donde fuimos

el sol que quiebra la dureza de los horóscopos

con su señal de agujas en la intemperie del azar.

 

Eres la luna dormida entre el silencio de las rosas,

te veo en la candidez de un perro que se aproxima

con tus mismos ojos de paz, a menudo tu ritual

de niña insomne me acompaña si al brotar

el rojo del alba al fin te duermes.

 

Dejamos en la ceniza de las horas una sed de infinitud

que vuelve a mí cuando el desvelo cruza la flor

de las historias que sobreviven a los espejos.

 

Hay un carrusel que me recorre, un almanaque furtivo

que ya no es, pero sus fechas son de plata

y brillan como un corazón que tuviera

eternamente una luz de faro antiguo

que jugara con las olas infantiles de agosto.

 

Si escucho tu voz, el acento de tu voz, la magia de tu voz,

el mapa de tu voz, los sonidos me llevan a las orillas de la edad.

 

Hay un túnel que no logro olvidar, entonces el fulgor de la juventud

me ilumina y bajo la fe del recuerdo seguimos juntos

como si en nuestras venas un solo latido alegre

nos nombrara y fuéramos el aire que va del hoy

a los instantes en que el resplandor nos cubrió

con un ala que todavía esconde su desnudez de rayo

en el vientre de tus párpados, que jamás se abren,

a no ser que yo te mire.

 

 

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