I
Las llaves
de mi casa son para ti.
Ahora mi
casa es tu casa,
nuestros
nombres uno,
la única
sombra que existía
por fin
tiene compañera.
Quererse es
compartir lo que amamos,
como una
flor que mañana será olvido
este color
que de nosotros brota hasta la luz.
Y allí se
queda un instante
igual que el
parpadeo mínimo de un astro
entre las
constelaciones infinitas.
II
Llegaste
con perlas en los ojos
y el níquel
del futuro entre las manos.
Se abrieron
los visillos negros
y tu imagen
fue resplandor en la esfera del cristal.
Nació la
ilusión como un fruto dulce
y la mirada
buscó el horizonte de los viajes por nacer.
Y rodó el
anillo del tiempo bajo los soportales del azar,
de tu
desnudez aprendí la geografía sutil del amor,
de tu voz
el arpegio que se escucha en el fondo de la niebla,
de tu deseo
la furia inagotable con que una piel
se adueña
de otra piel.
Continúa conmigo
como un sol de paz,
nunca dejes
de amanecer en mi larga noche.
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