Fuiste un guiño en la tarde de abril. Había mariposas
azules alrededor de la plaza, el aire fue un saludo
sin memoria, pero yo distinguí tu forma, el color
que a veces te acompaña, el perfil que buscaré bajo
los soportales cuando la lluvia sea un dios. Todos
los trenes lucían tu nombre, de cualquier pilar
de una fachada eterna brotó una sombra a tu paso,
tu rodilla dulce me dio un sur cálido como
un refugio en el más crudo de los inviernos.
El clavecín del alba aún te invoca y son mediodía
los pájaros que no conocen tu albedrío. Tú
lo mismo que yo, somos ausencia, pero pervive
ese rumor de olas que te acompaña, el ángel
de los sueños ha llorado por ti y, mientras yo
desde mi soledad, aún me pregunto por tu suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario