Es como
taparle la cara al tiempo. Me voy
pero antes
escucho el silencio de la luz,
la
melancolía de las cosas llueve aquí,
cifro mis
ayeres y encuentro risas, lecturas
al atardecer,
la música como un aliento
perdido
bajo el ritmo de las silabas,
el corazón
escribe en las paredes
las frases
vencidas, el teatro donde
ya no
existe telón, solo las huellas
desteñidas
de un pasado que baja
tormentoso
por las aguas del olvido.
Los objetos
tienen piel y memoria,
voces que
nunca callaron, su compañía
es dulce
como un fruto que no cesa
de brotar.
Aunque me vaya, quedará
aquí mi
eco, retumbando en la noche,
esa noche
que siempre será eterna,
para quien
dejó su sombra dormida
sobre el
polvo inmortal de los años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario