lunes, 12 de septiembre de 2022

El juramento

 

Todavía no asumo ser un átomo de insignificancia,

una ojiva en la gran luna del tiempo, un farol olvidado

entre las sombras del día. Aún escribo soliloquios ciegos

en las esquinas de mi piel, disfruto con la luz que dora

la crisálida de las estaciones. Pienso y vivo dos veces,

en el recuerdo y en el presente. Soy un alma viajera

entre los sueños y la duda que alimenta los segundos

en que existo. Veré la flora y su color de arco iris. Oiré

los suspiros de la niebla cuando el sol empuja su adiós,

sentiré la lluvia cómo recita su letanía sobre las plazas

que abandonan los pájaros. Recorreré las calles infinitas,

ida y vuelta, desdeñando el cansancio que el tiempo

arroja en mis espaldas. Te hablaré del eco que guardan

los paraguas como una canción de nana en mis oídos.

Resplandece el signo en mi corazón y son versos marchitos

los episodios malos que ya no dejan huella, en los vidrios

laten las olas de un mar que es azul para siempre. Me desvirgo

cada noche, me río de los cometas, el cielo es un candil en mis ojos.

Vivo bajo la luz, lato. Y ante ti, juro, por dios, que mi porvenir es ahora.

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