Todavía no asumo ser un átomo de insignificancia,
una ojiva en la gran luna del tiempo, un farol olvidado
entre las sombras del día. Aún escribo soliloquios ciegos
en las esquinas de mi piel, disfruto con la luz que dora
la crisálida de las estaciones. Pienso y vivo dos veces,
en el recuerdo y en el presente. Soy un alma viajera
entre los sueños y la duda que alimenta los segundos
en que existo. Veré la flora y su color de arco iris. Oiré
los suspiros de la niebla cuando el sol empuja su adiós,
sentiré la lluvia cómo recita su letanía sobre las plazas
que abandonan los pájaros. Recorreré las calles infinitas,
ida y vuelta, desdeñando el cansancio que el tiempo
arroja en mis espaldas. Te hablaré del eco que guardan
los paraguas como una canción de nana en mis oídos.
Resplandece el signo en mi corazón y son versos marchitos
los episodios malos que ya no dejan huella, en los vidrios
laten las olas de un mar que es azul para siempre. Me desvirgo
cada noche, me río de los cometas, el cielo es un candil en mis ojos.
Vivo bajo la luz, lato. Y ante ti, juro, por dios, que mi porvenir es ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario