Explorar.
La armonía de la sangre como un cántico, un yo ausente
que le prestó vocabularios de complicidad.
Esa sombra que no ve al dueño de la sombra, existe.
Ausentarse.
En los otros, en la raíz negra, en el animal cuyo
estertor expele un nombre.
Regresar.
No es olvido, sembró pétalos en la sien, solo es
memoria el oleaje que la pérdida invoca, luz sin luz.
Existir.
Me atrapa un círculo donde giran los planetas de la
luna.
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