Nunca te prometí el alba.
Porque en nuestras bocas el mañana era mudo,una tangente que omitía el vocabulario preciso de la carne,
la materia
y los hechos.
Navegar por un río invisible,
flotar en el aire común
igual que pájaros que planean sobre espejismos de dudas,
sentir que el ahora llega sin querer,
que todo sigue cuando todo empieza a dejar de ser lo mismo;
que solo envejecen los cuerpos,
jamás el estupor del deseo,
la comunicación implícita,
la ternura de contemplar tu rostro en la claridad del albor,
el guiño de las miradas,
mi pensamiento que tú completas
sin que yo te hable.
No, nunca te prometí el alba,
tampoco el ocaso,
es verdad.
Seguir como si quedara un resto de luz que nos pertenece,
que nos ilumina, que nos enseña el camino
que aún andaremos juntos.
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