viernes, 18 de junio de 2021

El canto de Q.

 Y la memoria es el tormento de los celosos(Víctor Hugo. Nuestra Señora de París)

Siempre la oscuridad y ese olor a podredumbre,

a sudor parásito, a miseria que se arracima.

 

Soy un fantasma que no conoce la luz

de las plazas sin estatua,

el cielo claro, la algarabía de los tugurios,

el bullir de los mercados igual que un geiser de vida.

 

Este sonido de campana febril

es mi regalo al mundo, cuido de las naves,

apago cirios y sahumerios,

mi amo me considera un perro fiel,

una sombra que huye de las sombras.

 

Yo obedezco, porque la noche son los otros,

al clérigo le debo mi dignidad

y una oscura caricia

lenta como el fluir del humo

bajo una ventana rota.

 

Ella baila, sus rizos como zarcillos alegres,

la falda le arrulla, el fajín rojo oculta sus pechos,

los pies desnudos que inventan la gracia de los giros,

sus hombros de derviche alucinado.

.

La quiero libre pero me mandan concebir cadenas,

sorprendido en la noche no soy mi voluntad

sino un pájaro al que solo se le permite volver

en la madrugada

al palomar de su silencio.

 

Son hermanos de fe

los saltimbanquis, los pordioseros, las gentes de ambigua ralea,

desconoce que el rumor de los clochard es una traición,

el poder no admite flores en los desiertos

quiere en propiedad la luna de la carne,

su almidón de niña entre las manos arpías.

 

Esmeralda niega, Esmeralda solo es una serpentina

que forma rizos de luz

que van del gemido al éxtasis.

 

Muere el crisol y los pábilos del orgullo y el rencor

inventan navajas negras, historias mudas

donde la mentira guarda una raíz sin alma.

 

Ven, abrázate a mí, hay un nido de altas bóvedas,

una cruz siempre viva, una campana que dice, infatigable, tu nombre.

 

Ah! la traición,

tu cuerpo cuelga de un mástil de pino rojo,

soy feo, mi joroba hiede, mis polainas han perdido el color,

de mis ojos brota el pus del olvido;

te buscaré cuando ya seas una flor sin dueño,

dibujaré en la nieve la sonrisa que dejaste al bailar,

la gracia con que saludas al sol desde tu ausencia,

mientras yo poso mi alma junto a la tuya,

y ruego porque vuelen, eternamente sobre ti, los ángeles de la alegría.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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