lunes, 21 de junio de 2021

¿Es posible volver al hogar?

No es un palacio ni un cromo ni un vendaval de zafiros.

Crece la infancia con un balón de mercurio,
crece con pasillos de hembras rosadas,
se extiende como el cansancio del leopardo
y la rugosa piel de la herida,
acampa en habitaciones sin luz
y dorados de terciopelo en la sangre vespertina.

Tengo memoria, tengo la araña que baja a su nido,
a reconocer su lecho, su arbitrario crisol, su herrumbre.

La casa, el hogar,
su silencio se eleva como una llanura de sutiles auroras
y retorna a las grecas de un suelo sin edad,
a los paisajes de qué dentaduras,
en medio de qué música,
tan lejos del grito de los caballos verdes.

Duermen los ecos en su narciso de hojalata;
encuentro gestos, preguntas, pómulos de nieve.

Y todo eso, amigo, no es más que el regreso.

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