miércoles, 25 de marzo de 2020

Esperando la salida de este tren que ha sido mi casa



¿A quién llama este tren si está dormido?
Osario de metal que supura una luz,
arcón sobrehumano donde el destino es un águila vieja
que recorre la mies con sus dientes de acero.
Tren que olvida la quietud, los hierros crujen antes del estertor,
la bruma es una lengua infinita en el ojo pálido de la locomotora,
chirrían los ejes del orbe y hay pájaros bajo las vías,
huéspedes de su aliento de humo y candelas blancas.
Tren que me llevas a una isla imposible, tren de adagios
y canciones sin idioma. Tren que inventas paisajes,
tren insomne que te citas con el espanto,
tren en mí que no soy tren ni mañana.
Recorro tus lunas y me veo transparente en el cristal,
duermo en tu llaga, percibo los latidos de las vías
-fuertes y proscritos como carroña-, huelo el licor
de las fotografías sin presente, el ritmo arcaico de un vals inacabable.
Tren donde he volado, deja que el fiel vagón
que me llevó a la ciudad maldita me acompañe otra vez,
déjame pintar en tu vientre una ecuación no resuelta,
déjame sentir que hay un destino que se parece a mí
cuando te sueño.





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