miércoles, 15 de agosto de 2018
Juana o la misión alucinada
“Los hombres pelean, solo Dios da la victoria”
Juana de Arco
Y por qué esta hiel doliente del destino.
La palabra es un meteoro que me encumbra
hacia la luz. La infancia en el designio,
un océano de sangre y lábaros contra
el cielo rojo. Mi tierra de hondos valles,
de ríos pulcros y claros, de montañas
de blasón y dulces equinoccios perdidos.
Me invocan el sitio de las golondrinas,
el arce y las hayas, la negrura de la verdad
en los cuellos de la ignominia. Hay que existir
y hay que salvar a la nación sin madre.
Hay que celebrar con cirios de esparto
la lucha y la gloria que vendrán. Junto al
desafío revive el éxtasis de la luz, en mi interior
cabalgan fuegos fatuos y cruces de rubís
y ónice. Sembraré con mi piel en ascuas
el crepitar de una voz que sea insignia,
faro y esplendor de los siglos venideros.
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