Algunas veces soy pájaro ciego
que vuela en la noche.
Otras veces soy luz que abraza el mundo
con el frenesí de la vida.
Viajo en trenes sin retorno,
confundido por el aire que impulsa mis sueños.
Cuando me despierta el murmullo del mar
imagino la última ola en mi piel,
ola que me baña, que me purifica.
Mi automóvil atraviesa el solaz del trigal,
transita colinas nevadas o bosques umbríos,
líneas de un cielo en éxtasis.
Todo eso es verdad,
pero también es verdad: el silencio de los días opacos,
la lentitud de los relojes,
la incomprensión con que se rozan los cuerpos
al mirarse.
Volar con los ojos abiertos,
ser vigilia de pájaros, una isla en la luz.
He ahí mi esperanza.
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