Habéis soñado sin mí el amor. Sostenidas
como hilos de carne que dan arrullo, cada
vez más heridas por el tiempo, siempre leales
al dibujar en el aire antiguas costumbres de paso.
Abrís un libro, amasáis el pan, el sol de una caricia
en el índice suave, surcadas por ríos azules, leñosos
ya de tanta sed convertida en sangre, abiertas
al golpe del miedo, temblorosas como un recién
nacido cuando la inseguridad florece. Manos
amigas, antípodas del cenit, líneas que trazáis
una ley que es la ley del olvido, amantes sin fin,
cóncavas aceñas que acogéis en vuestro seno
el agua fiel, la paz, el fruto y la semilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario