Aunque no te des cuenta llueve en mí
como un largo manantial que no cesa
en su denso caer, como una presa
que contiene la luz que vive en ti,
retenida, voraz, igual que un río
de invencibles orillas, casi rojo
que invade mi razón. Ser un despojo
de sangre, fiel y eterno junto al frío
entre las olas viejas, en un dique
que no ampara tu cauce, una galera
que se pierde en un mar negro, sin faro,
sin la serena calma que me indique
por donde tu remanso, tu frontera
que ponga en mí su límite, su amparo.
Un placer leerte.
ResponderEliminarPrecioso poema.
Enhorabuena.,
Gracias, Amapola. Un beso.
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