domingo, 17 de julio de 2016

Prometeo




La traición como el amparo de la debilidad.
El titán, el dios, la noche perfecta que desafía
a la luz. La astucia es un don, sí, como lo es
la magia en unos brazos sin símbolos. Una chispa
para que al ardor conozca todas las pieles, el fuego
que escribe en la caverna idilios de sangre, la especie
que conmemora la dádiva de un ser mitad tiempo
mitad ceniza.¿Ignoras que la venganza es un capricho
inmaculado? Pandora virgen, con sus alas de esplendor,
su adivinanza y su miedo, sus manos que asen el cobre
de un arca ensimismada, una pregunta en la niebla...
Cuando la armonía escoge sus flores no hay viento
que se aleje. Pandora, niña mártir, efigie en un sueño,
el sol de un alma débil. Epimeneo, corazón roto después
del silencio de la noche de las noches, el mal como
un cuervo que mata la luz. Pero tú eres la lógica
de las serpientes y callas mientras la piel y la carne
juegan al escondite y precipitan la macabra estulticia
de un dios, soberbio, infantil, cruel como las lágrimas
de un león. El castigo es la penumbra, el odioso
grito del águila, su repiqueteo insomne, su resistir
amargo. Nada sobrevive a los ojos nuevos, el héroe
menciona el destino de los hombres y calla el crepúsculo,
calla la miseria de la carne renovada, el eco hambriento
de su simplicidad, la enseñanza que acecha en los corazones.







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