Mientras lees la lluvia nombra un sol,
en el tren no es posible el resplandor
bajo las negras nubes, el candor
que la mirada enciende en el resol
de las ventanas, pálidas de luz,
ebrias de tu perfil, en el reflejo
que mis ojos proyectan, con el viejo
ensueño del cristal como un trasluz
que dibuja un temblor en tu mirada,
tenue, rota, perdida igual que un ave
sin destino ni fe. Sin un olvido
entre el hoy y el ayer, niña cansada
que busca una verdad, la dulce llave
que despierte su luz, su iris herido.
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