En la soledad dulce de tu nombre
encuentro mil imágenes que yacen
una es tu cuerpo núbil donde nacen,
la lascivia, el crisol, la edad de un hombre
que no quiere sentir la cruz amarga
en sus huesos sin fe, en su corazón
donde habitan el alma, la razón,
la locura, el desdén, la voz que alarga
su artificio sin luz, su fiel decir
de estatua muda. Las demás son fríos,
noches, plazas azules, bares rojos,
la palabra infantil, el maldecir
sonoro de las gárgolas, los ríos
que se llevan el trébol de tus ojos.
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