jueves, 5 de octubre de 2023

La sangre vertida

 

Se abre el canal, de púrpura su color, pigmento enamorado
del circuito que habita, generosa la semilla que recorre
el silencio de las venas, hasta la fina piel, hasta el capilar
que recibe su agua roja, su bendición de vida con la exactitud
milimétrica que un latido dispone, y de nuevo la memoria
de las plaquetas, de los glóbulos, serios como un ángel
consciente de la responsabilidad que el padre celestial
pone en su misión, de las heridas cuando se descubre el río
vertiéndose desde la piel abierta a la luz, cuando su larga
lengua derramada cae, y no hay un surco donde fluir, una
pared, un túnel que la devuelva a su origen con el hermoso
canto a la vida en su rojo amanecer, porque cada día
es una celebración y cada impulso una flor celeste que brilla
en tu cuerpo como si la alegría tuviera su casa lejos de los relojes,
en la quietud que te invade a solas cuando el corazón
está tranquilo, y su latir es una llamada a la paz del sueño.

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