Tu media esconde el alfil de
la noche.
Los hielos en el vaso son
islas que morirán muy pronto.
La conversación, no.
Y es mirar las bocas que
hablan
como un trino de aves
alrededor de una mesa de boj.
Mi silencio se desnuda ante
tus ojos desde la desvergonzada luz
que busca mi voz con la sed
infinita de las amapolas vírgenes.
Ismael es un sustantivo,
Raquel un pronombre,
Juan un adverbio de lugar,
María, no sé lo que es María
cuando calla.
El humo crece como una
pregunta sin responder,
ningún cigarro está muerto, hay
un sol y un fulgor rojo
que, por un instante, entre
los dedos amarillentos, vive.
El rincón de la música es una
gramola
donde mi índice elige el
canto de los ángeles,
porque llega a mis oídos un
coro de amor,
que viene de cualquier parte menos de las horas del alba
que con el clarear del día acompañan el frágil devenir de mis pasos.
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