Has de saber que me visto cada día con los recuerdos.
Hay palomas mensajeras en mis tejanos,
los bóxeres aprietan mi masculinidad con su lengua ardiente,
el suéter es un escudo donde no habita Superman
solo la carne de un joven que comienza a vivir.
No tiro las ropas de padre,
esta gabardina enfundó el paso lento de su cuerpo bajo la lluvia,
inclinado sobre el torso como un indio
que buscara entre el barro una huella de abril.
Llevo cazadoras con insignias innombrables,
de cuero, de tela vaquera o poliéster,
sé que no abrigan el alma.
Me diste una bufanda porque sentía frío, gris y verde, de lycra.
La camisa la abotono hasta el cuello, sin corbata,
me gusta sentir su roce de labio contra el plexo,
me gusta pensar que son tus manos
quienes descubren las elipses de mi vientre
-la camisa rasgada-
la jungla que rodea mis pezones.
Hoy saldré a la calle vestido de ayer,
solo la ropa antigua me entiende,
a veces siento que habla tu voz en cada prenda.
Eres mi abrigo contra la vida.
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