miércoles, 30 de noviembre de 2022

Casa en venta

 

Tiene la casa ojos grandes que miran al mar y nunca parpadean.

En sus metros cuadrados viven las sombras
y también vive la luz que entra cada mañana
como una lengua resplandeciente,
se posa en los objetos,
en la piel de los niños,
en el aire que nos da vida.

Ha envejecido la casa sin ningún reproche,
como un animal de compañía nos sigue y nos protege,
se acuesta a nuestro lado, nos mima,
guarda los sueños que perdimos.

En la memoria de las estancias se dibujan ecos de música,
palabras secretas, espejos que desdoblaron los rostros,
comidas fraternales, el fogón y la ducha, la librería
y esa vena familiar a la que llaman pasillo.

Se viste el hogar con alfombras multicolores,
grecas en los suelos, pinturas baratas en las paredes,
alacenas y búcaros de cristal, armarios que hoy están vacíos
-es la ausencia un ave de rapiña-.

En los cajones de la cómoda dejé mis cartas, mis álbumes,
las pequeñas cosas que simbolizan lo ido;
no quiero ser pasado, quiero que otros nombres habiten la casa,
que otras palabras se escuchen, otras risas y otros lloros,
que se escriba una historia nueva en la que yo ya no esté presente.

Su dirección: Alfredo Vicenti, 45.

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