Es tu frente un delta niño, las cejas dos espigas de oro.
Las pestañas ponen negritud a la claridad de los iris,
pero el color brota como una catarata verde. Las
orejas
reciben los arrullos del cabello, en tus pómulos
acampan
los sueños, son faros que me guían en la noche. Tu
nariz
olisquea la luz, la cautiva, le da un columpio y un
pedestal,
la mima. En las sienes un mapa del tesoro, jamás
descubierto,
la boca es mi hogar, sin puertas ni ventanas, solo
lecho de amor.
El mentón te dignifica, te alza, te encumbra, es la
sed del orgullo,
el desafío fugaz. Yo te quiero de perfil, para que no
me mires
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