Si bien es cierto que ya no anuncias el rencor
ni el cromosoma pálido de una huella concibe tu músculo,
si yo te canté por no cantar la mirada,
si imaginé un espacio entre los dos
tan breve como una palabra en tu boca,
si limpié cada sábana que azotó el rompeolas,
si el vacío se interpuso entre tu hombro y el mío
y la melodía de un rumor asesino fue lamiéndonos el vientre,
si aún así tu piel nos embarca sobre mares en ruinas
y te veo hecha sombra y me veo sol y nube
sobre una cama amarilla, si es verdad la mentira
de este choque de deseos, entonces que muera la
noche, pues sólo la noche nos dejará una flor herida.
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