Demasiados espejos y siempre
una luz convirtiéndolos en noche.
Voy a describir un pasillo largo:
a los lados tiemblan cuadros
como pasatiempos de un niño
manco. Aunque no se escuche
un balón pisa la calle,
aunque nadie lo vea
un teléfono conversa solo.
No he contado las puertas
que miran hacia dentro
ni he podido fijar el color
en su punto exacto de locura.
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