martes, 4 de mayo de 2021

Notas

Algunas veces los pájaros no regresan.

Les puede su orilla,
la elipse
o los dormidos acentos del adiós.

Así, el eje de los días
cuando la telaraña del suceso se enhebra
con la metamorfosis
y un osario de luz no interrumpe
la gloria del devenir.

¡En los juegos, en los juegos,
el aprendizaje de la caricia!

Después, el revólver ejerce sus preguntas
y empieza el látigo del soy o no soy
a escribir su laberinto.

En fin
no pretendo ser un viento inalcanzable,
solo la ola gris que enternece
el sombrío gesto de la luna
-su cicatriz de niebla en la medianoche-.

Hay sonidos que se reflejan en los toboganes,
su luz decae rápida
como un asteroide.

Si los ojos grises han llorado
será por la ubicuidad sin esperanza
(una abreviatura de guirnaldas
sin conocer la flor marchita que llueve)
o por las dudas que anticiparon la edad sin fósiles
o algún delirio en el maquillaje del hoy.

Guardo en la garganta los anteojos de la lucidez,
por eso escribo estas notas sin nombre
que llegaran hasta ti
como un dedo que acusa
o un temblor que oscurece.

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