Como si habitarais en los espejos
os parecéis demasiado a mí.
Sois el insomnio de un baúl abierto,
huella en el ventanal donde habitó el silencio de mis
días.
Sois la rama caída de un árbol en sazón,
vuestro existir es cálido como un mensaje
que se perpetúa en los relojes.
Me busco en vosotros porque fui álgebra de vuestro ser.
Yo no sé qué hacéis aquí,
quizá lloráis porque la carne y el deseo se han ido,
es posible que os alimentéis
de lo que no fuisteis
para recordarme que mi otro yo
se pasea por las habitaciones
como un dromedario cruza el desierto,
altivo y desnudo en un oasis de sombras.
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