martes, 17 de noviembre de 2020

Poema contra la tortura

Saja su piel, golpea al gusano de su pánico,
la linfa del terror, le habla con voz áspera,
voz de niña piadosa, que estire el cuerpo,
que cuelgue su alma, que los genitales aúllen
en esta cámara secreta, que crujan las hendiduras
por donde atisba el miedo.

Lágrimas, dolor sin cenit, tumefacta la luna que acaricia su frente,
qué implora si la noche le cubre con hierro líquido y miasmas de ardor.
Rechinan sus ojos, el vítreo espejo rompe la luz,
la electricidad penetra en los pezones como un ascua de metal caliente,
ascua de fundición, horror en el delicado marfil de la entrepierna.
Grilletes de perro, una imagen de filos que cuartean
lo que un día fue ágil carne entre las flores,
la mentira y el sudor del asco junto a su cara insomne,
recibe la sombra del alud, el rojo febril de una aguja,
el cuchillo que corta la falange, el mortal agravio de saberse nada.

Y dura porque resiste como filamento ígneo,
dura porque mil caballos galopan enfebrecidos en su voz,
dura porque la dignidad es un diamante que podría oscurecer, pero no morir,
dura por ti y por todos los que aún son libres y desconocen la infamia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario