martes, 3 de noviembre de 2020

Nunca me arrepentiré de haberle hablado

Es un mensajero el pájaro breve
que deja una pluma blanca en mi sed.

Tomo el rayo y la flecha de la luz,
armo mi aliento en la voz
y esgrimo,
como un dios ciego,
mi armadura de hombre
en el desafío del amor.

Una oportunidad
o la incógnita de un futuro
que, de pronto, imagino torrente.

La boca se abre con el verbo tenaz,
quiere la lengua bendecir un rosario
de vidas comunes, el misterio alza sus alas
sobre el abismo de una interrogación.

Y, al fin, ella me habla de otras personas,
otros lugares,
y yo descubro
una verdad en la que no existo.

Jamás dejaré de soñar con el confín de lo posible,
de lo contrario solo vivirá en mí
el silencio amargo de una palabra sin labios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario