"Hay dos tipos de hombres. Los que tienen las pistolas y los que cavan"
Clint Eastwood en !El bueno, el feo y el malo"
Alza el faldón de su tres cuartos,
en el cristal su mueca ríe,
campos y vías de un tren insomne,
el silencio como una nube sin cielo,
la patética agonía de los rótulos de estación.
en el cristal su mueca ríe,
campos y vías de un tren insomne,
el silencio como una nube sin cielo,
la patética agonía de los rótulos de estación.
Hay un mensaje en su cicatriz pudorosamente cromada,
el labio roto,
el pelo desgreñado,
la cúspide legendaria cuando su revólver enciende el mito de la muerte
-los ángeles más viejos lloran por el fulgor estéril de su aura-.
Lee, con indolencia, una hoja desportillada,
un desdén absurdo en el abanico de su brazo,
un cuervo rojo en su pechera,
el arrobo y el éxtasis del disparo infinito.
En un riel la herida
arrojada desde el hueco del cañón,
iza el arma como un cirio,
ronronea el tambor,
las espuelas titilan en el crepúsculo del furgón vacío.
Sé que es tan rápido como un haz de luz,
sé que a menudo sueña
con que gana a Billy the Kid en un duelo a muerte.
Sé que dormita bajo el sombrero
con un ojo alerta,
por si acaso.
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