Enséñame a vestirte. Álzate desnuda, invierte
el sentido de mis manos, escoge la muselina suave,
señala el canesú, la seda de la enagua, el armazón
delicado que atrapa tu culmen, la cinta intima
que cambia el color del deseo. Muéstrame la esfinge
que duerme en lo más recóndito de tu cueva,
la media que afina el pilar esbelto donde se columpia
la noche, el vestido negro que ajusta tu vientre al
mío,
la curva que explora cada resquicio intacto de la
tela,
su himno a una piel enfebrecida. Muéstrame el guante
que sube hasta el codo de la lujuria, tus zapatos de
raso
verde, ajustados como un círculo a la nada. Pronto aprendí
a desnudarte, enséñame ahora a vestirte, lentamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario