miércoles, 4 de noviembre de 2020

Muebles

 Qué borde ajado en la caoba,
qué amalgama en la formica,
cuánta fibra de ámbar en la memoria del pino.

Y el bies del cristal en la cómoda,
la vitrina esmerilada,
grabados en el labio del vidrio
los besos invisibles,
ojos que contemplan el tallo de las copas,
vajillas de porcelana,
la plata de los garfios
en los dedos del comensal.

Armario de faz arcaica,
lámpara triste de velas de cartón
que cubres mi piel con un filamento de luz.

Alcoba humilde de castaño virgen
solo conoces el éxtasis de los cuerpos
y la melancolía de la edad,
hule sobre la mesa barnizada,
peltre en la vasija desnuda de carne,
la verdad de las baldas,
pedestal del rito amoroso en que la página de un libro
arroja su aire de vida en el iris sepulcral
de un lector y su ansia.



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