domingo, 22 de noviembre de 2020

Deja un rastro que perdure solo para mí

 Es posible que llegaras en un Drakkar antiguo
hasta la costa sin luna.

Siempre te sentí en el aire,
sin ropaje, sin pedestal,
dejando un adiós imberbe en la pupila.

De tu ventana a la mía los cisnes nadan en un arco iris de estaño. 
Veo un frenesí, la máscara y un lienzo de pintor
donde tu rostro infantil juega con la bruma
y se maquilla 
detrás de un arriate.

El agua y su inútil color,
la lluvia danzando en el nordés
como un pacto de vórtices
como un delirio de fuentes
en la noche húmeda
de los unicornios.

A veces solo existes bajo un farol,
en trenes sin partida
junto al rojo de un semáforo
que ilumina un desierto,
otras veces la luz te roba las manos
y acaricia la penumbra de tu traje,
tu piel adormecida.

En los suburbios apenas sobreviven 
el alma del humo,
el terror de los gatos,
quizá el grito de las nubes al pasar
como huyéndose,
como si todas fueran
sombra.

Aléjate, dibuja un árbol invisible,
escoge un perfil,
desnúdate en el atardecer,
deja un rastro 
que perdure para 
aunque la nieve borre todos los caminos.

* Drakkar: nave vikinga
  nordés: viento del norte




2 comentarios:

  1. Belleza que cautiva siempre querido amigo!
    Un abrazo...
    Nancy

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  2. Gracias, Nancy, por pasar por mi blog y dejar tu amable comentario. Un abrazo, amiga.

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