Aunque nadie lo sepa vosotras sois mi hogar.
El cimiento, la techumbre, el color de la fachada
adornan vuestra boca con el oropel de un rostro
que envejece. Ónice de transparencia, pulida
estructura de insomne limbo, claridad que soba
la piel del cuarzo, sigilo de la luz que ilumina
la habitación que nace. Vosotras, que crecisteis
sin párpado, copuláis con el sol que rocía el silencio
con istmos de fulgor. Abro las persianas, descorro
el lienzo que tapa el carmín de la sombra, la vulva
dulce que reconoce el rayo y lo teje como un hilo
amante. Os quiero desnudas, igual que ninfas
en un rio de luz, sin vestidos, abiertas al candor,
señuelos de la noche cuando invitáis al pájaro
herido y el farol amarillea y la luna quiere, lasciva,
ser mi piel derramada.
martes, 22 de septiembre de 2020
Ventanas
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