Es como ver pasar una llama que resplandece.
y el orden del mundo
lo escribe tu sed.
El aguacero sobre los párpados recita un canto de
nieve,
las águilas llevan en sus picos la memoria del
estallido,
un manantial brota en las axilas del presente.
Crees en ti y en la luz, y sueñas, perplejo,
con rombos infantiles y esferas donde habita el
destino.
Te equivocas, porque solo era un relámpago la noche,
la palabra un escondite y la mirada un ataúd blanco.
Así nacen los poemas, como una lágrima en la risa del
payaso ciego.
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