miércoles, 16 de septiembre de 2020

La culpa amante

Bilis insomne que alimenta la sangre.

Pensamiento que clava estacas que lloran.

Es un gusano su testuz,
se desliza como el detritus
entre la vergüenza
y el dolor de los hospicios.

Me dice que la cicatriz,
la huella,
el mal
son ornamentos de la vida,
igual que la vida
es un fluido que mata.


Sus agujas perfilan el misterio de la noche,
la herida vieja que subsiste.

Yo la siento en mi voz
cuando persigo el afán
de sustituir la verdad por la inocencia
y solo escucho rumores en mis oídos,
pesadillas azules.

Como una madre me arropa,
retumba su corazón en los arpegios de la fatalidad,
se acuesta conmigo, y ríe,
al ver mis ojos cautivos
del silencio de los cobardes.

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