domingo, 6 de septiembre de 2020

El hogar es eterno, nosotros no

Hace frío en la casa, los objetos son materia,
un sueño de inmortalidad,
en cambio la piel,
la arquitectura que somos
se desgasta, pierde historias,
luceros, suaves colinas
donde el instante parpadea.

Tú querías un hogar que fuera un vestido,
un sitio mudable, sin raíces,
brotes de un árbol caduco en la gloria de los días únicos.

Yo te dije que las cosas han muerto antes de nacer
porque representan un ideal,
una convención,
un destino
y, en su final, un recuerdo.

Fuimos alma
en la telaraña de la vida
también un pegamento de labios sin palabras,
de horas en penumbra,
de habitaciones enmarcadas
por voces que grabaron su maquillaje
en lo hondo de la luz.

Comprende que lo eterno dibuja una sombra en tu tapiz,
tu tapiz es el tiempo que el reloj te regala,
un tiempo común si en el hogar fundimos los ecos,
espíritu que ríe, anónimo, en las paredes
de esta casa que ya no refleja el corazón que late en su tuétano,
la hondura donde las cosas tienen nombre,
identidad
y un sello que engarza los días contigo,
conmigo.












No hay comentarios:

Publicar un comentario