Por fin nos miramos en la penumbra.
Cada cuál escogió su araña y su telar,
el mío es de invierno, allí en lo profundo
de la cueva mis hilos de seda se cubren
de escarcha, pero hay un calor adentro
que sobrevive a la tozudez del témpano.
Tu geometría hierve en la luz, agosto
entre los manzanos, una telaraña
que vive el frenesí de las noches cálidas.
Hay dos mundos impares en la misma hora del reloj,
el tiempo nos divide y, a la vez,dibuja en los ojos una raíz,
lentamente desmadejada en filamentos que se disgregan.
Y, sin embargo, seguimos juntos, como siguen las estaciones
su tránsito fiel,sucediéndose en un ciclo de eternidad.
Cada cuál escogió su araña y su telar,
el mío es de invierno, allí en lo profundo
de la cueva mis hilos de seda se cubren
de escarcha, pero hay un calor adentro
que sobrevive a la tozudez del témpano.
Tu geometría hierve en la luz, agosto
entre los manzanos, una telaraña
que vive el frenesí de las noches cálidas.
Hay dos mundos impares en la misma hora del reloj,
el tiempo nos divide y, a la vez,dibuja en los ojos una raíz,
lentamente desmadejada en filamentos que se disgregan.
Y, sin embargo, seguimos juntos, como siguen las estaciones
su tránsito fiel,sucediéndose en un ciclo de eternidad.
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