No vive la luz en la penumbra de agosto.
Adultos que juegan en un parque inventado,
comercios renegridos, rótulos sin neón.
Un candil y la música,
la geometría de las baldosas dibuja un panal,
sin veletas la fachada gris,
sin gloria el horizonte de la multitud.
Tu sed camina con el labio izado
como una trompeta azul que interpretara en silencio
la canción de los sueños.
Nace la metamorfosis de la mariposa
en la crisálida del estío,
un marfil oscuro se exhibe en el rigor de las manos vencidas,
el misterio de los árboles calla
si el otoño madura.
Hay pararrayos que se vuelven hacia ti,
patios en sombra que te miran,
ventanas sin voz que ocultan el devenir de tus piernas
entre los visillos ajados.
Pero yo sé que tan solo eres aire,
urdimbre tejida por la claridad del deseo
en esta noche
sin luna.
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