Es impronunciable la boca en que ahora vives.
Un vestido de satén, el cíngulo y la figa,
el azabache como lágrima negra,
vaporoso el pliegue que embalsama la caléndula.
El kohl dibuja un rayo de ónices perfectos,
atmósfera de tinte en la mixtura dulce.
La leontina y el dorado, la diadema y las uñas rojas
-servidumbre de centinelas, imán nacarado que absorbe el aire-
desordenando la voz, el eco y la ceniza.
El perfil son tantos perfiles en tantos espejos de la desmemoria.
He visto tus alas marchitarse y el rondó del mar cubrirse de púrpura.
Sabes que en el teatro de mundo nunca cantan los ruiseñores,
sabes que el correr del galgo desafía a la noche.
Hay un círculo en ti que oscurece la llama,
será que una vez fuiste la pantera de un sueño,
la sombra que acompaña a la luz,
el pretérito que tizna el fulgor del cuásar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario