jueves, 12 de diciembre de 2019

La luz perdida

Hay una flor de vida de la que surge un oasis.
Otro teatro se alza, bambalinas y títeres en la noche,
frenesí y miedo en la carne, tu nueva carne que brota.
El lloro es una llamada ancestral,
voz de urgencia que viste la raíz con la unigénita canción de la especie.
Se desgajó el árbol que tú eras, tan altivo y seguro,
dedos de alambre ejecutan una danza prensil
contra tu rostro que, sin ayer, sonríe.
Nuevas doctrinas, el crisol de los horarios,
la ingravidez del sueño en otros paraísos
que invoquen la paz y la quietud de antaño.
Nacerán rutas imaginarias en los ojos del mañana,
un fulgor de días felices que se esperan como lluvia cálida
sobre los soliloquios vacíos. Hay una nostalgia extraña en el dolor
de haber perdido la propia luz, pero tú das gracias hoy por la luz
de este hijo que con su existir te alumbra.

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